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El sentido espiritual del golf

El golf fortalece el espíritu, pues para aprender a jugar golf, uno debe superar largas etapas de frustración en las que mucha gente se da por vencida, al punto de abandonar el juego. El abandono es una obviedad impuesta por esa frustración, la cual llega a ser, por desgracia, una comodidad bastante habitual. 

El esfuerzo es una novedad constante. Requiere de constancia y riesgo, algo con lo cual nos topamos cotidianamente. Y cuando se aprende a jugar, aprendes a superar de inmediato un mal tiro a jugar, aprendes a superar de inmediato y sólo alguien con un espíritu fuerte lo consigue.

 

Practicar la espiritualidad es estar en contacto con algo mucho más grande que nosotros mismos. Desde la creencia religiosa a la fe en uno mismo, desde el encuentro constante con nuestras fortalezas y debilidades hasta el simple, pero poderoso hecho de vivir por una causa. El deporte es sin duda de las más poderosas prácticas espirituales de las que puede disponer la humanidad.

 

El golf es un deporte íntimo, hasta cierto punto, brindando el espacio suficiente para la reflexión, aún con audiencia llenando estrados y alrededores. El golf brinda el paisaje necesario para reencontrarse con un entorno que hemos alejado, o encerrado en recipientes: la naturaleza.

En medio de la intemperie, retornamos a la vulnerabilidad primitiva de nuestra naturaleza, pero con las herramientas que son el poder de decisión, la consciencia de uno mismo envuelto en un juego de posibilidades y, claro está, el privilegio de aprovechar cada instante. 

Cada swing es todo un proceso de meditación. Se requiere de 124 músculos para tomar vuelo y golpear la pelota y, en ese trayecto de milésimas de segundo, hacemos una inhalación y exhalación que nos brinda la fuerza con la cual la elevación y descenso de la pelota será significativa, tanto para el juego como para nuestra aspiración.

Tanto en la vida como en el golf lo más difícil está siempre por venir. Por ella hay que estar siempre preparados, atentos y dispuestos a la entrega total a nuestras acciones. Eso es amor, algo mucho mayor. La vida y el golf son un reto permanente que nos impulsa a dar lo mejor de uno mismo siempre. Cuando vives y juegas golf con amor, superas todo reto.

 

 

Anualmente, Fundación Vamos México realiza el Torneo Crisma (un swing, un sueño), dedicado en su totalidad a recaudar fondos para los más de 500 pacientes atendidos en el Centro de Rehabilitación Integral de San Miguel de Allende (CRISMA). ¡Tú puedes formar parte de esta causa!

 

*Raúl Cisneros Velázquez (Irapuato, Guanajuato, 1952) es veterano en Relaciones Industriales de la Universidad de Guanajuato. Formó su propia empresa de consultoría en Recursos Humanos, Edúcere, que labora desde hace 25 años. Considerado en Guanajuato un gurú de los recursos humanos y desarrollo organizacional, sus pasiones se dividen entre la familia, el trabajo, la lectura y el golf.

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